El domingo, a las 2 de la madrugada, los relojes españoles adelantarán una hora, es decir, cuando lleguen las 2, serán las 3, iniciando de esta forma el horario de verano para aprovechar más la luz solar.
El inicio de esta idea se remonta al año 1784, cuando Benjamin Franklin, siendo embajador de Estados Unidos en Francia, envió una carta al diario Le Journal de París en la que proponía algunas medidas para el ahorro energético, según informa Wikipedia. Franklin propuso tres medidas: imponer un gravamen a las personas cuyas contraventanas impidiesen la entrada de luz a sus habitaciones, regular el consumo de cera y velas, y hacer repicar las campanas de la iglesia al amanecer para que todo el mundo se levantase a la misma hora. Estas propuestas no se tomaron en serio, pero al poco tiempo comenzaron los primeros experimentos de iluminación con gas, cuya peligrosidad hizo plantearse seriamente el tema del ahorro energético.
Así, poco a poco, las ideas de Franklin fueron retomándose y evolucionando hasta llegar a la conclusión de que lo más conveniente era cambiar la hora, una medida que no se instauró plenamente hasta 1974.[1]
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