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En las primeras excavaciones se exhumaron los restos de un edificio de los más de veinte que forman una aldea fechada entre los siglos VI y VIII d.C., en la Antigüedad Tardía o Época Visigoda. Las estructuras se caracterizan por su construcción en mampostería de granito local y sus cubiertas de grandes tejas que, en muchos casos, cuentan con marcas. En el interior, hogares que aportarían fuego para cocinar, luz y calor. A través de los materiales recuperados, el Equipo A de Arqueología ha podido conocer algunas de las actividades que se desarrollaron en este primer edificio y en su entorno más próximo. Hay objetos muy funcionales que se utilizarían para actividades diversas, como los cuchillos. Conocemos la molienda a través de morteros y molinos de mano, relacionados con la alimentación de personas y animales, entre otros posibles usos. Otros objetos corresponden a actividades más complejas, como el intercambio o comercio, documentado a través de una pesa o ponderal, o de un lingote de hierro. Gracias a la aparición de una carda y un volante de huso, se deducen procesos de cría de ovejas o cabras, el cardado de su lana y la confección de hilos. Finalmente, objetos de uso personal ofrecen información sobre las gentes que habitaron esa casa, como el gran pendiente con cuentas, el anillo con invocación cristiana y la aguja de una hebilla de cinturón.
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Este momento histórico y el poblamiento en el pie de la Sierra de Guadarrama va siendo mejor conocido gracias al trabajo en este importante yacimiento, que se suma a los realizados en yacimientos próximos de Colmenar Viejo como Navalvillar y Navalahija o en el Cancho del Confesionario en Manzanares el Real.
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