Vicente Grande Duque emprende su segundo año de participación en el Sahara Marathon 2017, dispuesto nuevamente a cumplir sus sueños deportivos y solidarios, tras granar la competición el año pasado. Hasta este momento, ha pasado unos meses de preparativos y de obtención de ayuda solidaria con dinero y materiales escolares y sanitarios con la colaboración de vecinos y comercios de Hoyo de Manzanares A continuación nos relata la primera jornada:
"Llegó la hora y ya estamos en marcha, con la “furgo” cargada hasta arriba de ayuda humanitaria y con kilos y kilos de ilusión y de buen rollo. Llegamos al aeropuerto Madrid-Barajas sobre las 12:30, y sin apenas haberme despedido de mi “chofer”, mi gran amigo Álvaro Blanes, ya me he encontrado rodeado de compañeros que asistieron el año pasado.
Atrás quedan unos meses muy duros de entreno y de gestión del proyecto que he podido asumir gracias al apoyo incondicional de mi familia, amigos, empresas y, como no, de mis patrocinadores OpenSistemas, Canon y Vibor-A, y colaboradores Lenovo y Ayuntamiento de Hoyo de Manzanares que me han dado todas las facilidades y puesto a mi disposición los medios necesarios para poder llevar a cabo esta aventura.
El vuelo programado para las 18:00 horas desde la Terminal satélite de la T4 del aeropuerto de Barajas ha salido con retraso, debido a una facturación muy lenta por el montón de material solidario que hemos aportado participantes y organización. Hemos llegando a Tindouf sobre 21:30 horas y de ahí, tras unos controles policiales muy férreos que nos tuvieron cerca de tres horas retenidos, traslado en “buses” hasta el campamento base en Smara donde la organización tiene montada toda la infraestructura logística de la prueba. Después de la avería de un bus que ha tenido que parar y repartir a la gente entre los otros tres buses del contingente, hemos llegado a Smara a las 2 de la mañana. Había un revuelo de gente brutal y entre las oscuridad y los fogonazos de las linternas no era capaz de encontrar a Dahba, hija de la familia que me acoge, que habla un perfecto castellano.
Nos hemos trasladado a su “casa” y por el camino he podido apreciar las secuelas que todavía quedan de las lluvias torrenciales del año pasado, casas de adobe derrumbadas que las familias no han podido levantar por falta de recursos. Entre ellas una que me han enseñado que era de la hermana de Dahba.
Cuando nos hemos querido dar cuenta eran las 4 de la mañana, han recogido, me han dado una manta para combatir el frío que hacía, me he metido en mi saco y a dormir en la Jaima".
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