Con el relato titulado “Manolo”, María Vallejo Martín-Albo (en la fotografía el año pasado junto a la concejala Ana Mª Lorenzo) ha ganado por segundo año consecutivo el concurso de microrrelatos contra la violencia de género, que organiza la Mancomunidad THAM. En la categoría adulto el primer finalista ha sido Gonzalo Muñoz Hernández, vecino de Moralzarzal, por su obra “Sorpresa”. Y el relato “Seis letras”, de Alfredo González Salvadores, de Hoyo de Manzanares, ha sido el elegido como segundo finalista en esta categoría.
En la categoría juvenil, el microrrelato ganador ha sido “Vuelta a la armonía”, obra de Rocío de Haro San Martín, de Alpedrete. Otra vecina de Hoyo, Julia Dubois Gómez, ha sido la primera finalista en categoría juvenil, por el microrrelato “Evolución cromática de la libertad”; finalmente, el jurado ha elegido la obra de Miriam Santamaría Mínguez, de Alpedrete, como la segunda finalista, por “Volver a ser”. Los ganadores recibirán un ebook.
Relatos ganadores categoría adultos:
Ganador: "Manolo", de María Vallejo Martín-Albo, de Hoyo de Manzanares.
Manuel era noble, guapo y fuerte; tenía tanta fuerza que se tumbaba en el suelo, nos levantaba sobre sus pies y conseguía que mis hijos y yo voláramos riendo. Creía que Manolo era igual que su padre, así que ninguna novia me parecía suficientemente buena para él. Pero ahora, observo cada domingo a mi nuera y cuando nos deja ver sus ojos, no noto alegría en ellos y peor aún, tampoco siento en los de Manolín que haya volado. Aunque mi hija dice que pienso barbaridades y que es imposible que su hermano sea así ¡Tengo que hacer algo!
Primer finalista: "Sorpresa", de Gonzalo Muñoz Hernández, de Moralzarzal.
Lo guardaba en secreto, pero todos sabíamos que ella, la más pequeña, tenía algo preparado para la fiesta de su cincuenta cumpleaños. Dejó que amigos y compañeros homenajearan al admirable hombre sin tacha y después proyectó su collage audiovisual confirmando que además era el padre y esposo ejemplar. Sin embargo, a dos minutos del final, las convexas sonrisas que llenaban la sala, mutaron en horizontales muecas al aparecer sin censura los sonidos e imágenes que había guardado del hombre perfecto en su teléfono móvil. Ahí se acabó la fiesta. Pero ya fue inevitable que mis hijos y yo voláramos.
Segundo finalista: "Seis letras", de Alfredo González Salvadores, de Hoyo de Manzanares.
Cuando colgué, no sabía que sentir, Andrés, el padre de Julia y Miguel, quería vernos. Ellos habían crecido conmigo, lejos de lo que decidí dejar atrás asustada, desorientada, con mi hogar y mis heridas encerrados en una maleta. Nerviosa esperé a que mis hijos volvieran de la universidad. El silencio que se instaló entre los tres fue roto por Miguel; – que vas a hacer mamá? Perdón tiene seis letras. Seis letras, que en nuestro encuentro, Andrés pronunció varias veces despacio, con profunda emoción e hicieron que mis hijos y yo voláramos.
Ganadores categoría juvenil
Ganador: "Vuelta a la armonía", de Rocío de Haro San Martín, de Alpedrete
A continuación, la inspiradora canción: “Que mis hijos y yo voláramos”. Un piano empieza tocando las primeras notas de la canción. Son notas suaves y tímidas. Poco a poco empieza a oírse un saxofón, y su sonido, fuerte e imponente, al mezclarse con el piano, crea una bonita melodía. Sin embargo, llega un momento en que el saxofón ahoga al piano, y solo se le oye a él. Pero, al final de la canción, un conjunto de flautas le devuelven la esperanza al piano, acallando al saxofón, y devolviéndole la alegría.
Primer finalista: "Evolución cromática de la libertad", de Julia Dubois Gómez, de Hoyo de Manzanares
Día 1: Me miro al espejo. Mi ojo: Morado
Día 2: Duele. Negro
Día 3: “Respira”, pienso. Azul
Día 4: Recapacito: mi vida, mi futuro, la libertad. Verde
Día 5: Ya no me duele. Mis hijos, su vida, su futuro, su libertad. Amarillo
Día 6: Volar, lejos, feliz, volver a ser yo. Blanco
Día 7: Morado, Negro, Azul, Verde, Amarillo, Blanco
Los colores consiguieron que mis hijos y yo voláramos.
Segundo finalista: "Volver a ser", de Míriam Santamaría Mínguez de Alpedrete
Que mis hijos y yo voláramos era un sueño inalcanzable hace un par de meses, cuando aún vivía con Sergio. Cuando no quería que acabaran los agotadores días de trabajo sólo para no volver a casa y que los niños nos viesen discutir y … bueno, que me viesen sufriendo tanto. Pero ahora ya no. Ahora sólo quiero recoger a mis niños del cole y ver una peli (o dos), hacerme un peinado diferente, pintarme los labios y ponerme ese vestido rojo que tanto me gusta. Y bailar. Y cocinar. Y reír como lo hacía antes. Volver a ser yo misma.
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